martes, 17 de julio de 2012
ROCK Y CIENCIA FICCION (II): Déjame volar
Ya vimos como Pink Floyd tendía los primeros lazos entre su música y el género que (gracias a la carrera espacial por llegar a la Luna) estaba tomando nuevos bríos. Con la llegada de los años ‘70 esa corriente se profundizó y fue otro grupo inglés el que llevó a sus seguidores a flotar en el espacio, con ideas tan positivas como su propio nombre: Yes.
Era lógico y esperable que otras bandas comenzaran a recorrer el camino que con tanta calidad habían marcado Syd Barrett, Roger Waters y compañía. En 1970, Van Der Graaf Generator, grupo inglés liderado por Peter Hammill, uno de los letristas más sensitivos y geniales de la década, edita H to He / Who am the Only One. El nombre del álbum respondía a los símbolos químicos del Hidrógeno (H) y el Helio (He) y en la contracara se aclaraba que “la fusión del Hidrógeno para formar el núcleo del Helio es la reacción exotérmica básica en el sol y las estrellas, y en consecuencia es la principal fuente de energía en el universo”.
En 1972, la Electric Light Orchestra edita en Gran Bretaña su álbum ELO II, cuya tapa presenta un satélite viajando en el espacio. Por su parte, Brian Eno, controvertido tecladista británico, experimenta con el sintetizador a lo largo de una envidiable producción de grabaciones futuristas entre las que se cuentan Here Come the Warm Jets (Aquí vienen los jets ardientes) y Another Green World (Otro mundo verde). Y el grupo Hawkwind edita In Search of Space (En busca del Espacio) y Silver Machine (Máquina Plateada). El éxito es tal, que el escritor de ciencia-ficción Michael Moorcock se interesa en la actividad de la banda y la toma como personaje para su libro “The Time of the Hawklords” (El Tiempo de los Señores de los Halcones)
"Estoy totalmente solo ahora.
Parte de una zona-tiempo vacante,
aquí flotando en el vacío,
sólo un oscuro conocimiento de existencia.
Soy el Perdido, aquel al que tú temes.
Soy aquel que fue al espacio,
o me quedé donde estaba,
o no existí desde un principio."
(Pioneers Over C, Peter Hammill)
Estados Unidos no se quedaba atrás. Uno de los principales grupos de jazz-rock, Weather Report, graba un álbum con el nombre de I sing the body electric (Canto al cuerpo eléctrico), cuyo título está tomado de un cuento homónimo de Ray Bradbury. Más tarde, su cuarto L..P., Mysterious Traveller (Viajero Misterioso), muestra en su tapa a un aerolito a punto de caer en la tierra. Para esa época también se conocen los exitosos Tubular Bells (Campanas Tubulares) de Mike Oldfield (cuya música se utilizó como banda de sonido del film El Exorcista) y Cosmic Messenger (Mensajero Cósmico), del violinista francés Jean-Luc Ponty.
Otro músico que construyó su propia visión de la ciencia-ficción fue John Mc Laughlin. Inundado por el orientalismo y la filosofía, su obra está compuesta por una buena cantidad de trabajos instrumentales esotéricos y comprometidos. El virtuosismo de su prolija ejecución, su técnica increíble y una espiritualidad fuera de serie se trenzaron en una lista excepcional de la que destacan Entre la Nada y la Eternidad, Apocalipsis, Visiones de la Esmeralda del Más Allá y Mundos Interiores. En síntesis, un viaje hacia dentro del alma como una modalidad positiva más dentro de la nueva música.
Llega el Ovni
"Esperé en la noche.
Extraña y sobrecogedora,
esta voz del tiempo estaba diciendo
que iba a ser un encuentro entre todos,
que iba a ser un centro.
Todo eso vuelve, inundándonos..."
(Arriving UFO, Yes)
Y así como la ciencia ficción del rock exploró en los mundos de afuera, en algunos casos, y se introdujo en los rincones del espíritu en otros, un grupo inglés logró combinar estas dos modalidades en una obra de conceptos difícil de encarar musicalmente y complicada de recibir en forma directa. La actividad de este grupo británico comenzó en 1969 y su nombre es Yes.
Jon Anderson, cantante, letrista y líder de la banda, es dueño de una personalidad compleja pero traslúcida, y toda su poesía es mezcla de ciencia-ficción, mística y fantasía heroica, permanentemente orientada hacia una búsqueda profunda del ser humano en su interior, apoyándose en elementos de base externa, tanto arcaicos como espaciales.
En 1972, Yes edita Close to the Edge, inaugurando una época de proyectos ampulosos. Las portadas de los discos y su presentación escénica nos sumergen en grutas, desiertos y planetas desolados: una fría ambientación para una música eminentemente futurista. Simple ficción científica -llena no obstante de acertadas intuiciones- que poco o nada tenía que ver con la realidad de la calle. Con Close to the Edge, el grupo sublimó las fantasías de buena parte de la comunidad y el disco fue la llave capaz de hacer girar la cerradura de las puertas del delirio.
El artista de ciencia-ficción Roger Dean se encargó de diseñar las tapas de casi todos los discos de Yes, interpretando a la perfección el contenido de los temas e intercalando los navíos galácticos con las pirámides mayas, los alces y los planetas, los espacios y las aves. Una secuencia interesante se plantea desde el álbum Fragile, en el cual un planeta es destruido y sus habitantes construyen un transporte alado para escapar de él. Close to the Edge muestra un trozo de aquel planeta y el álbum triple Yessongs presenta tres ilustraciones en las cuales la vida errante se adapta a un nuevo mundo. Tales from Topographic Oceans (Cuentos de Océanos Topográficos), la obra siguiente, narra las relaciones entre el hombre, sus antepasados perdidos en el tiempo, su futuro y su Dios.
Justamente, luego de grabar con el grupo el álbum Tales from..., el tecladista de Yes Rick Wakeman decide alejarse. “No podes tocar lo que no entendés y yo no entendía nada de ese disco”, decía Wakeman entonces, decidido a encontrar otros horizontes musicales. Y los resultados de su búsqueda no se hicieron esperar: en 1974, Rick Wakeman edita uno de los mejores álbumes de su carrera: Journey to the Center of the Earth (Viaje al centro de la tierra).
Inspirado en la obra de Julio Verne y grabado en vivo con un pomposo acompañamiento que incluía coro, orquesta y grupo de apoyo, Wakeman confirmó con este álbum su título de mejor tecladista del Reino Unido. Su virtuosismo se filtró a lo largo de toda la obra, sobresaliente por su armonía casi celestial. Además, el álbum, compuesto sólo por dos temas, contenía fragmentos de la obra de Verne narrados por David Hemmings.
Por su parte, sin descuidar su trabajo en Yes, Jon Anderson editó un álbum solista llamado Olias of Sunhillow, donde relataba la migración de varias tribus del planeta Sunhillow en un navío que ellos mismos construyen. Hacia el final de la obra, sabremos que la travesía llega a buen término. Jenny Anderson, por entonces esposa del cantante, completa la idea general del álbum escribiendo en la contracara del sobre: “Nosotros hacemos lo que podemos. Soportamos todos nuestros pensamientos, pero aún así la vida continúa, y el Universo es uno. Somos todos un radiante destello de la vida”.
Al final del milenio
Más de cuarenta años pasaron desde aquellos primeros experimentos de Pink Floyd y poco menos desde que aparecieran las primeras historias planetarias de Yes. Que además, tenían que ver con el interior del ser humano. Hoy, las nuevas generaciones pueden acceder a esa música si los padres o algún hermano mayor se lo hacen escuchar. Porque aquellos temas de más de cinco minutos de duración no son “comerciales”, no “venden” y, por lo tanto, no se difunden en ninguna radio del país.
Mientras tanto, se le sigue cantando a la playa, a las bondades de la “vida loca” o se pide “tirar un paso” (!!!??). Se sigue componiendo con tres notas y se dilapida el material con que se fabrican discos compactos, prensando música desechable. Y, seguramente, se lo seguirá haciendo por los siglos de los siglos. Tal vez no pueda exigirse más participantes en este secreto pasatiempo de la mente y el espíritu, porque las reglas del juego no han sido editadas en ningún best-seller. O, tal vez, no importe tanto que estemos solos en el universo.
Después de todo, jamás hubo demasiados aspirantes para viajar a la Luna.
"Mírame, mi amor,
las oraciones se van bailando.
Encontramos y recibimos,
mientras los recuerdos de nuestra canción
esperan en un sendero.
Nosotros somos el sol.
Abrázame en las horas eternas,
amamos cuando jugamos.
Nosotros somos el sol..."
(Ritual, Yes)
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excelente !!! coincidencia total. cuan superficial es el mundo en 2013 !!! y cuanta magia y exploracion interna externa habia en aquellos artistas ! gracias por este aporte ... ya los tengo a todos estos discos en vinilo...desde floyd a yes, genesis , king crimson y demas genios.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Alberto Mario! Y que suerte la nuestra de haber crecido escuchando a estos genios. Un abrazo!
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