Rey de la Serie B, Roger Corman tiene el honor de haberlo sido todo en el cine de consumo de las últimas cuatro décadas. Abrió las puertas del cine a una revolucionaria generación de actores y directores y se hizo famoso, sobre todo, por las películas que con dos pesos filmó dentro del género fantástico y de terror. Y, como nadie, le puso imágenes a los relatos del genial escritor norteamericano, en una serie de películas que no nos cansamos de ver.
Roger Corman (izq.) comparte un descanso en la filmación de The Pit and the Pendulum junto a Vincent Price, el abanderado del ciclo de films sobre los cuentos de Poe. |
Para Corman, la razón de que estas películas se destaquen del resto de sus trabajos hay que buscarla sólo en el hecho de que dispuso de tres semanas para rodar cada una de ellas, en lugar del habitual rodaje de catorce días. Lo cierto es que pudo dedicarle más tiempo al ensayo con los actores, elaborar más las tomas y poner a punto la puesta en escena. El director aseguró que cuidó particularmente el aspecto del color de las cintas en un intento de reproducir cromáticamente el mundo interior de Poe.
En principio, Corman no pensó que acabaría rodando toda una serie de películas sobre las obras de Poe, pero después del éxito de “The Fall of the House of Usher” (La Caída de la Casa Usher, 1960), decidió rodar “The Pit and the Pendulum” (El Pozo y el Péndulo, 1961), para sumergirse entonces en una dinámica de trabajo que lo llevó a dirigir seis películas más, libremente inspiradas en los trabajos de ese maestro de la literatura de horror, uno de los escritores que más le habían impresionado en su juventud. Corman esgrime el “miedo de repetirme y la sensación de estar haciendo constantemente la misma película” a la hora de hablar sobre los motivos que lo llevaron a abandonar el ciclo y no seguir filmando películas de Poe hasta agotar el stock.
Vincent Price en The Fall of House of Usher |
Para Corman, la civilización y la cultura implican cierto grado de comunicación entre los logros e ideas surgidos en diferentes campos, hay una interconexión entre las diversas disciplinas. “En el siglo XIX, Edgar Allan Poe en el terreno de la literatura y Sigmund Freud en el terreno de la ciencia llegaron a un mismo conocimiento, a una idéntica comprensión del inconsciente humano. Llegaron al mismo sitio desde orígenes diversos. Por eso, estoy convencido de que las teorías freudianas nos ayudan a comprender mejor la literatura de Poe, del mismo modo que los relatos de Poe pueden ilustrar a la perfección algunas de las teorías de Freud”.
Ocho títulos de culto
Vincent Price y Barbara Steele consuman su relación en el final de The Pit and the Pendulum |
Para la tercera película del ciclo, Price fue reemplazado por el excelente actor británico Ray Milland (popular intérprete de “The Man with the X-Ray Eyes” (El hombre con ojos de rayos X), otra obra maestra de Corman) y el dúo Charles Beaumont / Ray Russell ocupó el lugar de Richard Matheson. “The Premature Burial” (Entierro Prematuro) fue todo un ejercicio de terror claustrofóbico que giró alrededor de uno de los temas centrales de la historia de los Usher: el entierro de una persona que sufre de catalepsia. Por otra parte, Corman mostraba en la cinta su habilidad para hacer compartir al espectador la progresiva desintegración mental de Milland, pasatiempo que llevaría al paroxismo años más tarde cuando filmara la historia del hombre con rayos X en los ojos.
Vincent Price, Peter Lorre y Basil Rathbone, animadores de Tales of Terror |
Y la última película de ese año fue “The Raven” (El Cuervo), el soberbio poema de Poe cuyo complejo andamiaje fonético-estructural fue detallado por el propio autor en un ensayo no menos brillante. Convertido por Matheson en una comedia surrealista, la historia tenía su momento culminante en el delirante duelo que enfrentaba a los magos Erasmus Craven (Price) y Scarabus (Boris Karloff) ante la atónita mirada de Peter Lorre y un tierno Jack Nicholson.
Para el siguiente film del ciclo, Corman se pasó de listo al intentar vender como producto Poe una notable adaptación de El Caso de Charles Dexter Ward de H. P. Lovecraft firmada por Charles Beaumont. En la cinta, bautizada “The Haunted Palace” (El Palacio de los Espíritus), Vincent Price volvía a encarnar a un peligroso ejemplar “fin de raza” pronto poseído por la llamada de sus ancestros. El gótico-decadentista de Poe es sustituido por el horror cósmico, con un pueblo de Arkham infestado de mutantes como siniestro escenario. Estrellas invitadas: Lon Chaney Jr. y Elisha Cook Jr.
Vincent Price (Próspero), a punto de "instruir" a la tierna Francesca (Jane Asher) |
Un Vincent Price más contenido que de costumbre interpreta al malvado príncipe Próspero, un déspota adorador del diablo que reúne a sus igualmente corruptas amistades en su decadente castillo mientras la plaga de la Muerte Roja hace estragos fuera de él. La inocente Francesca (Jane Asher, famosa actriz británica que ese mismo año alcanzaría fama mundial por su relación con Paul McCartney) cae en sus garras y Próspero se dispone a corromperla o “instruirla”. El film culmina cuando la Muerte Roja se cobre la vida del príncipe con una danza bergmanesca tan sorprendente como hermosa.
Corman exprimió la historia al máximo buscando atmósfera y amenaza sutil, no sustos baratos, y si bien no faltan los imprescindibles sótanos aterradores, se nota que el director quería hacer una película “artística” y lo consiguió. Incluso hay un tema religioso y filosófico oculto bajo la superficie de la historia que hace de La Máscara de la Muerte Roja mucho más que la típica película de terror comercial.
En este film se privilegiaba por primera vez los escenarios naturales frente al opresivo interiorismo habitual. Los exteriores ingleses, especialmente la abadía medio en ruinas, son soberbios y aportaron mayor verosimilitud a la película. El guión fue firmado por Robert Towne (aquel de Chinatown) y, como sus antecesores, lo disfrutamos cien veces cuando Corman y Poe abrían el Cine de Super Acción los sábados por la tarde.
Bonus Track
Boris Karloff (izq.), Peter Lorre (centro) y Vincent Price, en una foto de promoción de The Raven. |
El Terror supone un intento por parte de Corman de sacarse de la manga un relato a lo Poe. El despropósito es considerable, pero el film fue mítico por tres razones: por la rapidez de su ejecución, por la gente que prestó su ayuda sin aparecer en los créditos (Francis F. Coppola, Jack Hill, Dennis Jacob) y por ser la película que se proyecta en el autocine durante el clímax final de El Héroe anda suelto de Peter Bogdanovich.