Durante los años de la última dictadura militar, las revistas (especialmente las que daba a luz la Editorial Atlántida) supieron hacerse eco del pensamiento militar, no sólo dirigiendo la mirada femenina hacia el vacío intelectual y lo superfluo sino educando también en el “no te metás” y el “algo habrá hecho”. Lo que sigue es una pequeña lección de periodismo amarillo. Tirando a negro.
Una de las inocentes portadas de "Para Ti" |
Una mentalidad militar debe ser lo más opuesto que existe a una mirada femenina sobre la vida. Por eso, cuando los militares (o sus amigos editores) decidían sobre qué temas había que hablarle a las mujeres, los resultados rozaban el ridículo y la pretendida "moda autopista" que pregonaba Vosotras es un buen ejemplo. Había que enseñarle a la mujer que las autopistas le daban más ganas de vivir y de exhibirse –alegres y radiantes– a las porteñas, que compartían la novedad que había significado la destrucción de una parte de la ciudad de Buenos Aires.
Ante la objeción de los aspectos económicos de la contratación de las obras (hasta Ernesto Sábato insinuó grandes negociados) y las quejas de arquitectos e ingenieros que sostenían que se rompía la entidad urbanística de la ciudad, el centimetraje en la prensa destinado al elogio debía ser importante. Cacciatore era presentado como un hombre de acción y se difundía la idea de que en algún momento la obra pasaría al control municipal y sería gratuita. La nota de Vosotras permite establecer el nexo entre gobernantes y publicistas de entonces. Y que a las mujeres les reservaran en la campaña una participación propia de idiotas ilustra, en realidad, sobre el alcance intelectual de los responsables de la misma.
Cuando la calle pensaba como los cuarteles
Una de las postales que regalaba "Para Ti" para que sus lectoras las enviaran al exterior en apoyo a la Dictadura |
Volviendo al tema, bajo el título "¿Qué piensan las Argentinas de los políticos?", se educaba a las lectoras en los "valores" que nos proponían los asesinos que moraban en Balcarce 50. La encuesta de Para Ti alcanzó a 200 mujeres y "demuestra que las argentinas tienen buena memoria". Entre otras cosas, se leen algunas frases que parecen salidas de la cabeza de algún coronel de entonces: "Estoy de acuerdo con el actual gobierno. No digo que represente el ideal, pero había que poner orden", "Si los políticos quieren ayudar en el nuevo proceso, está bien. Pero que se olviden muy bien de todos los sistemas tradicionales", "Es increíble, siempre vuelven los políticos. ¿Cómo hacen para no sentir un poco de vergüenza?", "No hay que intentar más nada con los políticos", "Felizmente no se hace tanta política como antes y en las facultades se puede estudiar", y otras lindezas por el estilo. Editorial Atlántida hacía bien la tarea y la política era mostrada como algo "pasado de moda".
Unos meses antes, Para Ti había publicado "El Gran Libro de los Sueños" que resultó algo verdaderamente desopilante. Allí podía leerse que soñar con un uniforme "indica gloria y celebridad" y –por el contrario– hacerlo con una urna significaba "un acontecimiento triste". Si la mujer argentina soñaba con un policía, debía tomarlo como una "exhortación a respetar las leyes morales cotidianas", aunque también podía significar que su alma se estaba rebelando "contra una criminalidad interior". Si en cambio le tocaba en suerte soñar con su propio lecho vacío significaba que "tenía ganas de desaparecer". Y soñar con dinero traía aparejada una pequeña diferencia, que estaba dada en el sexo del soñador: "En el hombre, símbolo de capacidad en el amor y en la vida. En la mujer, casi siempre símbolo de especulación erótica". ¿Qué tal?
Pensando tal vez que la encuesta sobre los políticos había sido todo un éxito, los cerebros de Para Ti pergeñaron otra encuesta y en marzo de 1979 vio la luz una nota bajo el título "¿Qué piensa y quiere la juventud?", con pibes y pibas de 15 años que respondían como un general cincuentón. Un periodista que trabajó varios años en Para Ti me comentó una vez que las dichosas encuestas no necesariamente tenían que ser inventadas: alcanzaba con enviar al cronista al lugar adecuado (Pueyrredón y Las Heras, por ejemplo). Por las dudas, las respuestas eran luego tamizadas en la redacción. Así, los chicos y las chicas que contestaban representaban tanto a la juventud como el Pato Donald representa a todos los otros patos que no supieron acceder a la historieta. De hecho, la revista aseguraba que "todos estaban rigurosamente vestidos a la última moda y todos sabían de memoria los nombres de los integrantes de Queen".
"En estos momentos, mi mayor preocupación es la penetración marxista en los colegios", decía una tal Edith Navarro desde el candor de sus 15 años, mientras que Silvina More (16) sostenía que "ahora la gente toma conciencia de su responsabilidad y hay más fe en el futuro". "Para la inmensa mayoría de los encuestados lo mejor que le pasa a la Argentina es el reencuentro de su gente. Algunos creen que sucedió por obra y gracia del mundial de fútbol; otros suponen que todo el país se sintió unificado ante el peligro que significó el posible conflicto con Chile. De todos modos, casi todos los jovencitos están de acuerdo en que una de las cosas más importantes del momento es el fin de la violencia, de la guerrilla y de la prepotencia callejera", explicaba Para Ti. Los cadáveres y las desapariciones tenían que ver, aparentemente, con conflictos originados en el reino de Sri Lanka.
La encuesta permitía afirmar que "otra señal positiva es la imagen sólida que tiene el gobierno" y la preocupación que sentían algunos "por las calumnias contra la Argentina que se dicen en el exterior", y se hacía tiempo para ridiculizar a "la chiquilina que aseguró que hoy en día no pasa nada bueno". La espontaneidad que Para Ti creía descubrir en las opiniones de los muchachos y chicas de aquel año se parecía demasiado a la uniformidad. Literalmente entendida.
¡Felicidades, General!
Diciembre de 1980. Época de salutaciones. Bajo el título "Feliz Año 1981", Para Ti les envía "en nombre de las mujeres argentinas" los clásicos saludos de fin de año a los capitostes del "Proceso". Una joyita de la manipulación. Y si no creen lo que sigue pueden solicitarme la copia de la revista.
"Muchas gracias por la paz. Por esa paz que todos salvamos y que gracias al esfuerzo de las Fuerzas Armadas hoy vivimos", arranca la nota dirigiéndose a Videla. "Fue duro llegar a ella. Corrió mucha sangre. Pagaron justos por pecadores… Pero hay PAZ" (así, con mayúsculas). Y trasparenta: "Pero muchas gracias también por defender una política tan antipopular. Una política que (…) sólo busca el progreso del país…".
Martínez de Hoz, recientemente fallecido y entonces ministro de Economía también recibía lo suyo: "Que usted cometió errores nadie lo pone en duda. Lo que sí ponemos en duda es la honestidad de quienes lo critican". Para la revista los errores radicaban en que se había "dejado de hacer cosas que se habían prometido, como una mayor privatización”, pero como "también es cierto que hubo aciertos", había que ser justos "y decirle gracias, muchas gracias".
El caso de "Alejandra"
A fines de 1977 no estaba sola ni sus padres la habían abandonado ni era hija del terror. Ni siquiera se llamaba Alejandra. A fines de 1977, Alejandrina Barry Mata tenía dos años y medio y también formó parte sin saberlo, sin quererlo y sin comprenderlo, de la campaña mediática atroz que Editorial Atlántida había lanzado para apoyar a la dictadura.
Alejandrina es hija de Juan Alejandro Barry y Susana Mata, dos militantes montoneros asesinados respectivamente el 15 y el 16 de diciembre de 1977 en Uruguay. Juan Alejandro en la ruta Interbalnearia, cuando intentaba escapar de un retén junto a Jaime Dri; Susana, en la casa de playa de Lagomar. De esa misma casa se llevaron a Alejandrina. Había nacido en la cárcel de Olmos el 19 de mayo de 1975, donde su mamá estaba detenida y recuperaron juntas la libertad pocos meses antes del golpe de Estado. Siguió a sus padres cuando decidieron cruzar a Uruguay a fines de 1976 luego del secuestro y desaparición del hermano de Juan, Enrique Barry, y su esposa Susana Papik.
"Me entregaron a mis abuelos después de varios días en los que estuve a cargo de las fuerzas armadas uruguayas, apropiada. Creo que lo hicieron porque decidieron que yo era más conveniente para hacer esta campaña de prensa. Las fotos se hacen en Uruguay, mientras me tienen los militares de allá. Y la campaña aparece después de entregarme a mis abuelos. Y tiene que ver con que los hijos de los desaparecidos éramos un botín de guerra. Hoy hay más de 400 chicos de los cuales todavía no sabemos su identidad. Y a mí me usaron como un conejito de Indias. Servía más para que ellos hicieran su publicidad que apropiada. No es que me entregaron sin más a mis abuelos. Fue una decisión política. Me entregaron a cambio de poder hacer esa gran campaña. Me usaron para decir que los subversivos merecían morir porque dejaban solos y abandonados a sus hijos. Para transformar a las víctimas en victimarios", contó Alejandrina al diario Miradas al Sur. Hoy, Alejandrina milita en el PTS y en la coordinadora formada en La Matanza por la aparición con vida de Luciano Arruga, secuestrado por la Bonaerense.
En el parte 1380 del 29 de diciembre de 1977, las Fuerzas Armadas uruguayas afirman que la nena detenida en el operativo antisubversivo de la casa de Lagomar fue "entregada por la Justicia Militar a sus abuelos paternos" y que de ese modo se aseguraba su traslado a la Argentina. Como señala la periodista Claudia Acuña en su investigación sobre el caso, el comunicado es reproducido por las agencias de noticias Associated Press y France Press y repetido por los diarios La Nación y La Opinión. Pero a la familia Vigil, propietaria de la Editorial Atlántida, las novedades le importaban tanto como la verdad: nada. En 2010, Alejandrina inició una querella contra la editorial y también contra los responsables periodísticos de los medios de ese grupo: Samuel "Chiche" Gelblung ( Gente); Gustavo Landívar, Héctor D’Amico y Jorge Gutiérrez ( Somos), y Lucrecia Gordillo y Agustín Botinelli ( Para Ti).
Una entrevista imposible
"Habla la madre de un subversivo muerto" fue el título del mayor ejemplo de manipulación que ofrecieron las revistas femeninas durante la última dictadura. La entrevista fue publicada por Para Ti el 23 de agosto de 1979 y ejemplifica lo que los represores llamaban –en su jerga– acción psicológica sobre la población. Thelma Dorothy Jara de Cabezas integraba la Comisión de Familiares de Detenidos y Desaparecidos y fue secuestrada a fines de abril de 1979. La Comisión hizo la denuncia. Meses después, la presunta víctima aparecía reporteada en la revista Para Ti y planteaba una conexión directa entre el terrorismo y las organizaciones defensoras de los derechos humanos, promovía el miedo y el control como método de vida para todas las madres y establecía una tenebrosa relación automática entre "chicos equivocados" y "chicos muertos en enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad".
En enero de 1980, la señora Jara de Cabezas pudo ponerse en contacto con miembros del Centro de Estudios Legales y Sociales y les contó la verdad de la historia. Acababa de ser liberada después de pasar por la Escuela de Mecánica de la Armada, pero su hijo mayor y su nuera continuaban detenidos. Su secuestro se había producido después de un viaje al exterior, donde había tratado de verse con Juan Pablo II. En la ESMA fue secuestrada y torturada. Contó que un día la fueron a buscar a su celda, la vistieron, la peinaron y la llevaron a una confitería de la Avenida Libertador y allí fue fotografiada por un profesional cuyo nombre no aparece al pie de la nota. No hubo reportaje: el mismo ya estaba escrito por un experto en acción psicológica y las preguntas suenan más a una indagatoria policial que a un cuestionario periodístico.
"Su desesperación la llevó a recorrer los siniestros caminos que organizaciones subversivas tienen preparados para especular con el dolor de las familias deshechas por su propia culpa, por su política de odio y de violencia", comienza diciendo la nota. Y a partir de allí, la entrevistada comienza a hablar como si ella también hubiera sido entrenada en los organismos de inteligencia del "Proceso". Después de tantos esfuerzos por conocer el destino de su hijo desaparecido, acepta sin la menor duda la explicación de que el mismo murió en un enfrentamiento con fuerzas de seguridad y –coincidiendo con Massera– comenta que decide actuar en el exterior para enfrentar mejor a Amnesty Internacional, organización que venía trabajando a favor de los derechos humanos en la Argentina.
Hacia adentro, la entrevista busca estimular la culpa en las madres, para paralizar su acción: "Las consecuencias, el desastre que sobrevino después y la vida de mi hijo, pesan sobre mi conciencia", dice Jara de Cabezas. Y cuando le preguntan qué encontró al final de su búsqueda, contesta: "La decepción". El mensaje quedaba claro: ¿para qué querían las madres continuar con sus preguntas y reclamos? ¿para qué las rondas de los jueves? Por las dudas, la entrevistada le pide a Dios "que no haya más madres desesperadas ni chicos equivocados".
La fraguada entrevista es una "perla" trágica de la historia del periodismo argentino. La colaboración con los represores es directa (encubrimiento, complicidad, apología del delito). La prensa argentina alcanzaba su punto más alto de corrupción moral.
Amarillo, lindo color…
La manipulación ejercida por las revistas como Vosotras, Claudia o Para Ti en los años de Videla, Massera y compañía, se encubría con la instauración de vínculos afectivos entre las lectoras y los redactores. Lucrecia Gordillo, enfocaba sus editoriales con un pretendido lenguaje de ama de casa y su arsenal retórico estaba plagado de lugares comunes. "Sí, yo soy una mujer como usted y apoyo con fervor a este proceso que ha venido a resolver todos nuestros problemas. El mío y el suyo", llegó a escribir una vez. Al convencer a las lectoras de su pretendido paternalismo benevolente y del carácter privilegiado que asumen las relaciones humanas en el seno de la revista, directores y editorialistas se erigían a un nivel de autoridad imposible de alcanzar por el humano común. Llegado el momento, la familiaridad de la editorial se metamorfosea en una interpretación de la realidad social y en la adscripción ha determinados valores. Así, bajo la apariencia del entretenimiento, revistas como Para Ti "filtraban" el pensamiento militar y sembraban el miedo y la parálisis.
Treinta y siete años pasaron del último Golpe de Estado y casi treinta de la restauración de la Democracia en nuestro país. Es bueno entonces que nos preguntemos si las revistas femeninas han cambiado en algo y que nos proponen hoy en día. ¿Vivir o soñar? ¿Aprender o ignorar? ¿Decidir u obedecer? ¿Razonar o comprar lo que ellas mismas venden? ¿Amar o deshumanizarse?
De las respuestas que encontremos dependerá que nunca más algunos vuelvan a su papel de transmisores y encubridores de los fabricantes de la muerte.
Excelente trabajo. Memoria, verdad y justicia.
ResponderEliminarGracias.