domingo, 5 de agosto de 2012

MARILYN MONROE: La rubia de arriba


Se construyó a sí misma según una premisa sencilla: deseaba ser famosa, sí, pero también aceptada y querida. Y logró ser la mujer más deseada del planeta. Para la industria de Hollywood, sólo fue un objeto. Murió antes de cuenta y, desde entonces, su lugar fue ocupado por un mito cuyas proporciones, hoy, son muy difíciles de definir.

Desde las páginas de Una hermosa niña, el legendario relato/reportaje sobre Marilyn escrito por Truman Capote, Constance Collier, la refinada actriz inglesa que le dio clases de actuación, decía de ella: "Es algo tan frágil, tan sutil, que sólo la cámara puede captarlo. Es como un colibrí en vuelo: solo la cámara puede congelar su poesía".

El pasado 1º de junio, el colibrí en vuelo hubiera cumplido 86 años. Pero como fue hallada sin vida en la madrugada del 5 de agosto de 1962, en lugar de una vieja señora lo que existe es un mito radiante, alimentado por un montón de leyendas cuyas formas con cada vez más difíciles de distinguir. Ese día murió la golpeada Norma Jean Baker para dejar aquí, entre nosotros, para siempre, a la espléndida Marilyn Monroe.

Después del 5 de agosto de 1962 las cosas cambiaron. Más de cien libros escritos sobre su vida en general y su muerte en particular, una tumba pequeña convertida en catedral, un pasmoso tráfico de objetos (desde camas subastadas por 60 mil dólares hasta tazas de 4 dólares y estampillas de 65 centavos) y los más de diez mil archivos de Internet que llevan su nombre se refieren a la mujer inolvidable de todas las formas posibles. ¿Es que Marilyn sigue reclamando ser recordada? Tal vez. Hace un par de años, una encuesta realizada a nivel mundial arrojó resultados sorprendentes: más del 70 por ciento de los hombres encuestados aseguraron "Yo podría haberla salvado". Fantasías redentoras a 50 años de haber pasado a mejor vida.

Abandonada por su padre, violada por un padrastro, hija y nieta de mujeres que acabaron sus días en institutos mentales, casada tres veces (con su vecino Jim Dougherty, el beisbolista Joe Di Maggio y el escritor Arthur Miller), y seducida y abandonada muchas más (los hermanos Kennedy, Sinatra, Yves Montand y otros nombres rutilantes figuran en una lista de dimensiones mitológicas), la eterna Marilyn sigue guardando en su sonrisa la pregunta tan temida, esa que se hizo más de una vez: ¿Vale la pena vivir?

El alma por cinco centavos

No pocas veces aseguró que dejar de ser famosa sería para ella un gran alivio. Que ser Marilyn resultaba para ella una verdadera carga, una tensión excesiva. "Muchos hablan de Hollywood como un paraíso –comentó una vez. Pero en verdad, Hollywood es un lugar donde están dispuestos a pagarte mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma. Hay que entender que no te convertís en una estrella por el solo hecho de salir con un productor. Hace falta más, mucho más..."

¿Qué era ese "mucho más"? Apostaría que Marilyn hablaba de la pérdida absoluta de libertad. Es más, estoy convencido que se refería a la anulación de su condición de ser humano. A estar dispuesto a cualquier cosa para poder trabajar en un film medianamente digno en lugar de limpiar los pisos del estudio. No olvidemos que, por aquellos años, el sistema imperante en Hollywood ligaba a una actriz (o a un actor) a un determinado estudio con contratos de siete años de duración. En ellos, la actriz (o el actor) figuraban como "empleados" de la compañía que los contrataba, sin especificarse de ningún modo qué tipo de tareas deberían realizar. Muchos "rebeldes" echaron raíces mientras esperaban ser convocados a una película. Los productores los ponían en caja con la simple fórmula de dejar correr el tiempo: si querían trabajar, ya podían ir tomando la escoba.

Elia Kazan, quien estuvo cerca de Marilyn mientras ella estudiaba en el Actor’s Studio de New York, la definió como "una chica de corazón honesto a quien Hollywood tiró al suelo con las piernas abiertas". Marilyn siempre peleó para que los capos de la Fox le dieran la posibilidad de leer sus guiones con anticipación y de poder elegir así qué papel aceptar o desechar. La más de las veces perdió. "Quiero demostrar que puedo actuar, que puedo crecer, que puedo pensar, que se leer, que estudio, que soy una mujer como todas… Que tengo ganas, que puedo mejorar, que puedo ser mejor de lo que soy", repetía Marilyn, sólo para que Norma Jean volviera a recibir otra cachetada. Sí, Hollywood la tiró al piso con las piernas abiertas y jamás dejó que se levantara. Para la industria, sólo era la chica tonta, la rubia del piso de arriba.

La libertad de Roslyn

Marilyn entró al mundo del cine por la puerta falsa de Hollywood y –como a tantas otras en sus comienzos sólo recibió papeles insignificantes. Según sus publicistas se encargaban de difundir a los cuatro vientos, su figura "despertaba ansias de deseos irresistibles". Los ejecutivos de la Fox le exigen que acelere sus entrenamientos y debe pasar horas y más horas aprendiendo a provocar con su cuerpo. Por los pasillos, los productores murmuran que es "una rubia hueca" y que "tiene la cabeza llena de hoyos, igual que un queso", mientras expertos en la materia la dirigen como si fuera un títere.

Comenzaron por retocarle el rostro y le tiñeron y alisaron el pelo. Le engrosaron los labios y exageraron el andar de sus caderas obligándola a utilizar un taco de su zapato más alto que el otro. Los modistos desplegaron toda su imaginación para presentarla como una vampiresa de nuevo cuño y sus profesores le enseñan cómo aparecer con un rostro provocador. Y la lanzaron como una mezcla de prostituta y ángel corrompido dispuesta a devorar a todos los hombres. Esa era la clave. Y que no hable nunca. Le cerraron la boca y le abrieron el escote.

Sus primeros films son absolutamente olvidables y sólo se pueden rescatar los pocos segundos que la increíble sonrisa de Marilyn aparece en la pantalla. Recién después de quince películas, con el rodaje de Don’t Bother to Knock en 1952, pudo acceder a un papel de cierta calidad que le exigía poner en juego toda su capacidad de actriz dramática. En muchas de sus cintas, incluso, Marilyn se caricaturizaba a sí misma. Pero su personaje más frecuente es la sencilla, insignificante y vacía rubia de The Seven Year Itch (La Comezón del Séptimo Año, 1955), que se alegra cada vez que un hombre se casa, porque así no sufrirá su tierno corazón al tener que cumplir la desagradable tarea de negarse a sus proposiciones. Para este film, incluso, los guionistas no perdieron tiempo en darle un nombre al personaje de Marilyn: sólo es "la chica". Un ser sin identidad.

Cuando le preguntaron sobre su papel en The Prince and the Showgirl (El Príncipe y la Corista, 1957), Marilyn respondió: "Interpreto a una chica", y a la misma pregunta sobre The Misfits (Los Inadaptados, 1961), replicó: "Interpreto a un ser humano". Sus personajes cinematográficos son siempre cruelmente inexpertos, más una fuerza de la naturaleza que una personalidad consciente y plenamente realizada. Y algo que no pasa inadvertido: todos sus films se centraban sobre la psicología y el conocimiento de los personajes masculinos, a los que ella servía como adorno, y frecuentemente como recompensa por sus éxitos en su condición de varones. A Marilyn no se le permitió nunca interpretar un personaje capaz de madurar o de evolucionar, o cuya inteligencia y sensibilidad  determinase la acción del film. Siempre era la rubia sexy, divertida, inocente, sin ninguna malicia que arrastraba a los hombres a hacer locuras.

La función de la imagen de Marilyn era también la de presentar un ideal de mujer, cuya vida entera se centrase alrededor de un hombre. Permanecía incompleta, a no ser que estuviera con un hombre que fuera capaz de dominarla y al que, por esta razón, ella pudiera admirar. Es el caso de Kay aprendiendo a valorar a Matt Calder (Robert Mitchum) en River of no Return (Río sin Retorno, 1954). En ninguna de sus películas interpretó a un personaje capaz de razonar, tener algún pensamiento interesante o llevar una vida productiva o creativa.

En Dangerous Years (1948) –su segundo film interpretaba a una camarera y en Niagara (1953) –su primer éxito personal a una ex camarera. A menudo era una animadora de music-hall o de saloon, cosa que ocurría en Ladies of the Chorus (1948), All About Eve (Eva al desnudo, 1950), Gentlemen Prefer Blondes (Los Caballeros las prefieren Rubias, 1953), There’s no Busines like Show Business (Luces de Candilejas, 1954), Bus Stop (Nunca fui santa, 1956), Some like it Hot (Una Eva y dos Adanes, 1959), Let’s Make Love (El Multimillonario, 1960) y en las ya mencionadas Río sin Retorno y El Príncipe y la Corista.

Marilyn no vivió lo suficiente para convertirse en la actriz seria que confesaba querer ser. De todo lo que filmó, permanecerán para siempre sus caracterizaciones de la Cherie de Bus Stop y la Roslyn de The Misfits, papeles donde intercaló mucho de su propia personalidad. Fue como Roslyn que, finalmente, conquistó el respeto como mujer. A través de este personaje alcanzamos a comprender en qué medida la extraordinaria lucha de Marilyn Monroe merece nuestro respeto. Y el hecho de que esto suceda en su última aparición en la pantalla (catorce años después de haber iniciado su carrera) indica cuan profundo e irreversible fue el daño que le causaron, haciendo que se burlara de sí misma, caricaturizándola y ridiculizando sus aspiraciones intelectuales y emocionales.

Corolario

Alan Abbott, empleado de la funeraria, escondió el cuerpo en el cuarto donde guardaba los elementos de la limpieza cuando descubrió que la prensa había seguido al coche fúnebre. Pero no pudo resistir la oferta: diez mil dólares por una foto. William Woodfield, fotógrafo del New York Herald Tribune, pudo hacer una toma. Cuando disparó su cámara, el cuerpo sin vida de Marilyn Monroe estaba entre cepillos, escobillones, latas de cera y trapos viejos.

2 comentarios:

  1. Muy buena nota, Marce!! Cuántos que se han llenado la boca con ella y no han hecho otra cosa que hacerla sufrir. Sin embargo su ángel y su belleza van más allá de todo y ella trasciende para siempre. Marilyn ríe última. Marilyn ríe mejor.

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  2. Bien Marce bien! hace poco me enteré que mi hija de 15 es admiradora de Marilyn increíble y emocionante para mí. abrazo!!

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